Saturday, April 28, 2018

No me importaba su padre o la forma como fue concebido, era mi niño amado, la mejor parte de mí, por Erika


Me llamo Erika, tengo 25 años y vivo en Colombia.

Fui criada en el campo, en una familia católica y con muy buenos principios. Hasta los 19 años nunca había tenido un novio.

Ya en la Universidad, empecé a salir con un muchacho que era mi tutor de Matemáticas. Comenzamos a conocernos y quedamos para salir dos veces, pero enseguida me quise alejar de él.

Cuando le dije que no quería seguir con esa relación por más tiempo, él me pidió que fuera a recoger un trabajo que tenía pendiente de entregarme. Quedamos en que me lo daría en una estación de Transmilenio. Cuando llegué a la estación lo llamé y me dijo que no podía ir, que tenía que estar en su casa por el trabajo. Como de verdad lo necesitaba, fui hasta su casa sin pensar en lo que me podía pasar.

Cuando llegué a la casa me ofreció un café mientras él traía el trabajo. Yo no noté su malicia y nunca pensé que fuese capaz de algo tan ruin. En el café había algún tipo de droga, no recuerdo muy bien todo lo que pasó a partir de ese momento. Tengo recuerdos borrosos... lo último que recuerdo con claridad es que, cuando desperté, estaba en la misma casa, en la misma silla donde me había tomado el café vestida y con mis cosas. Pero tenía quemaduras de cigarrillo en mis manos y cuerpo y golpes muy fuertes…

Yo supe de inmediato lo que había pasado. Al tratar de reaccionar, las piernas no me funcionaban muy bien, pero vi la puerta de la casa y, como pude, salí y empecé a correr hasta llegar a una avenida y busqué transporte.

De alguna manera logré llegar a mi casa, dolorida humillada, me sentía sucia, despreciable, no entendía cómo algo así me podía haber pasado a mí. No podía parar de llorar y por mucho que me bañara seguía sintiendo asco de mi misma.

Al siguiente día este sujeto me llamó de nuevo como si nada hubiera pasado. Cuando lo escuché, le grité que yo sabía qué me había hecho y que lo iba a demandar… Se rio y me dijo que si yo se lo contaba a alguien iba a buscar a mi hermana que era una niña y le iba a hacer lo mismo.

Por ignorancia y miedo callé y le oculté a mi familia lo que había ocurrido. Caí en una depresión terrible, no quería vivir, me sentía miserable.

Casi 5 meses después de eso, por circunstancias, tuve que hacerme unas pruebas de sangre y la enfermera me avisó de que estaba en embarazo.

Durante este tiempo había tenido mis periodos regulares, por eso nunca pensé en un embarazo… Ahí sentí que mi mundo se caía a pedazos. ¿Cómo me podía pasar esto? La depresión fue peor, mis papás empezaron a preocuparse, yo reaccionaba de manera agresiva y distante…

Empecé a buscar clínicas donde me practicaran un aborto, ya tenía un contacto, sólo me faltaba el dinero, ya me habían dicho las complicaciones que tendría por mi estado tan avanzado, pero estaba segura de que eso era lo que quería hacer.

Días después, con mi familia visitamos un santuario mariano. Yo estaba muy alejada de Dios para ese entonces, lo culpaba de lo que me había pasado, pero por alguna razón decidí entrar a la iglesia y sentí que debía pedirle a la Virgen por mí, así que lo hice, puse mi suerte en sus manos.

Días después ya segura de lo que iba a hacer estaba en la clínica y en el chequeo de rutina antes de hacerme el procedimiento una enfermera enviada por Dios puso el foneidoscopio en mis oídos.

Ahí cambió todo.  Al escuchar los latidos del corazón de mi hijo, supe que era un ser vivo que él tampoco tenía la culpa, que era una víctima también, el más inocente y yo lo quería matar.

El acabar con esa vida no me haría mejor persona ni borraría de mi vida esa terrible experiencia. De inmediato me levanté y le dije a la enfermera que cancelaran todo que yo ya no iba a abortar.

Mis papás se enteraron de igual forma. Todo pasó muy rápido. Al principio no me creían, fue terrible para ellos, pero Dios permitió que las cosas se fueran dando.

Pensé en la adopción, pero, poco a poco, antes de nacer el niño ya todos estábamos muy ilusionados, lo esperábamos con mucho amor.

La vida me cambió cuando ese día, por fin, lo pude ver a los ojos… ver su inocencia, su ternura, su fragilidad… y yo era lo único que él tenía en el mundo. No se puede describir con palabras todo lo que sentí cuando tomó mi dedo con su manita y me miró. Ese momento quedó tatuado en mi alma para toda la vida. Ahí supe que por ese niño daría mi vida, lucharía, saldría adelante y lo protegería como una mamá leona porque era mi hijo.  No me importaba su padre o la forma como fue concebido, era mi niño amado, la mejor parte de mí.

Han pasado 6 años y les puedo decir que, aunque el proceso para superar lo ocurrido ha sido difícil y doloroso, la única razón por la que me levanto y he salido de la depresión es mi hijo, mi regalo del cielo. Él, de verdad, me hace feliz. No hay día que no agradezca a Dios el haberlo mandarlo a mi vida y con sólo una sonrisa suya hace que todo haya valido la pena, Y sí, soy FELIZ mi hijo me hace feliz.

Doy gracias especialmente a una gran amiga, Gloria, y a un querido sacerdote, el padre Víctor Hugo, que me han dado la mano y me han ayudado a salir de la depresión guiándome por el camino de Dios.

Si tú estás pasando por la misma situación espero que mi testimonio te ayude. Aunque se vea una solución “fácil”, el aborto no lo es y esa personita no tiene la culpa de nada. Matarlo a él no te hace mejor persona que quien te hizo tanto daño.


Dios te guarde y bendiga tu vientre y esa nueva vida que viene en camino.
Si quieres hablar o alguien que te escuche puedes escribirme:

Nota del Editor: Erika nos escribió este testimonio para compartirlo en nuestro blog. No quiso aportar fotografías porque no quiere que su hijo se entere de este modo cómo fue su concepción.

Sunday, April 22, 2018

Aunque concebida en una violación, mi hija merecía una oportunidad de vivir, por Heather Hobbs




Mi vida no es perfecta. A menudo me preguntan cómo logro tener una vida “perfecta”. Lo que aún me molesta son comentarios como "¡Guau! ¡Eres tan fuerte!" O, "¡Tu vida es tan perfecta ahora!" Estas declaraciones todavía me lastiman. Si todos pudiéramos ver detrás de las circunstancias de otra persona... Ojalá hubiera una manera más fácil de compartir lo que siento; ojalá que, simplemente, con apoyar una mano en mi hombro la gente pudiera tener instantáneamente un destello de mis vivencias y sentimientos. El mundo sería mucho mejor si conociéramos el dolor y el sufrimiento de los demás con facilidad. Podríamos empatizar mucho más de lo que nos imaginamos. Pero en lugar de eso, estoy escribiendo esto aquí y ahora, permitiendo que las emociones más profundas y dolorosas salgan a la superficie.


Tengo una hija increíble. Ella es perfecta y hermosa en CUALQUIER forma posible; por dentro y por fuera, ni siquiera puedo expresar el nivel de bondad y amor que ella posee. Vino a mí de la manera menos que ideal, una forma que muchos considerarían errónea. He pasado por una cantidad considerable de traumas en mi vida y eso me llevó a tomar muy malas decisiones cuando era adolescente. Esto incluyó la persona con la que me juntaba.

Cuando tenía 18 años, deseaba encarecidamente escapar de la vida que tenía. Aunque amo profundamente a mis padres y he perdonado todas las cosas que sucedieron, a la edad de 18 años, los odiaba y les guardaba mucho rencor. No fui lo suficientemente madura como para valorar su propia educación y lo que fueron sus vidas mientras nos criaban. Mi madre creció de forma comparable al libro, “A Child Called “It”” (Libro autobiográfico de Dave Pelzer víctima de brutales ataques e inanición por parte de su madre alcohólica).  Huyó a los diecisiete años del tutelar de menores. Mi padrastro fue obligado por sus padres a abandonar la secundaria para vender cocaína. Él también fue fuertemente maltratado y atormentado cuando era niño. No conocían la forma correcta de ser padres. Entonces, cuando yo era adolescente, sólo sentía resentimiento y odio por ellos.

Terminé casándome con un hombre que apenas conocía, cinco años mayor que yo. Ahora me doy cuenta que estaba tratando de escapar de mi vida. Este hombre se había alistado recientemente en el ejército de los Estados Unidos; de ahí la necesidad del matrimonio, porque éste era un requisito para poder irme con él a Alemania, o al menos eso fue lo que dijo. Casarse no parecía "la gran cosa".

Para narrar esta historia con brevedad, diré que pocas semanas después de llegar a Alemania, sufrí el abuso más brutal que he sufrido. La violencia era normal en el mundo que conocía, pero sabía que no era correcto este nivel extremo.

Estábamos aproximadamente a 50 minutos de la base militar en un pequeño pueblo llamado Arnstein. Uno de los vecinos escuchó mis gritos y llamó al polizei (policía alemana) y cuando llegaron, él ya se había ido. Por la cantidad de sangre que perdí terminé en una ambulancia y con pruebas exhaustivas en el hospital. Esto sucedió poco antes de Acción de Gracias, 2007.

La policía militar le dió un manazo, trabajos extra y confinamiento en la base. La policía alemana no pudo intervenir. Los militares se negaron a concederme el regreso temprano a dependientes para devolverme a los Estados Unidos. Además, estaba completamente aislada, dado que no tenía acceso a teléfono, Internet ni a la cuenta bancaria, y estaba sumergida en una cultura y un idioma del que no conocía en absoluto.

A los 18 años por supuesto, era ingenua, y estaba confundida, me sentía la persona más indefensa del planeta. Dejaré muchos detalles intencionalmente porque voy a pasar por alto el período de depresión y ansiedad que siguió y saltar al Día de San Valentín, 2008. Mucho sucedió mientras tanto, pero no es relevante ahora para el propósito que tengo al compartir esta historia.

Sin previo aviso ni notificación de ningún tipo, a mi abusador se le permitió "darme una sorpresa" para el Día de San Valentín. Apareció y me violó violentamente varias veces. Una vez más, se involucró la policía militar, requerí hospitalización, pero la situación no mejoró en absoluto, sólo otro manazo. Todos los soldados que trataron de ayudarme fueron amonestados y obligados a no intervenir a riesgo de su propio castigo.


En lugar de ayudarme, me aconsejaron que asistiera a consejería matrimonial. Me dijeron "no puedes ser violada si estás casada legalmente". Me hicieron sentir como la mala en esa situación. Me dijeron que no estaba apoyando a mi soldado, que no entendía las tensiones por las que pasan los militares. Él nunca había estado en combate hasta entonces, por lo que estas declaraciones me parecían completamente fuera de lugar.

Llegué al punto de querer quitarme la vida. No sabía que estaba sufriendo un trastorno de estrés postraumático severo. No sabía cómo salir de Alemania, y si lograba escapar e irme, no tenía a dónde ir. Hice algunos amigos, aprendí algo del idioma, pero nada que me diera una razón real para querer seguir viviendo. Me culpaba a mí misma por todo y me permití creer que todo era culpa mía. Si no lo hubiera hecho enojar, si no me hubiera casado con él, si no hubiera salido de Nebraska, si no hubiera creído todas sus mentiras, si fuera más inteligente o más fuerte... Todos estos reproches me pasaban por la cabeza una y otra vez.

Mientras planificaba mi muerte, porque no quería fallar en eso también, tuve los peores síntomas de influenza de mi vida, que duraron más de un mes. Supuse que el estrés estaba debilitando mi sistema inmunológico tan fuertemente que, simplemente, no podía recuperarme. Finalmente fui al hospital y llegar fue toda una aventura por decir lo menos, confiando en el transporte público para llegar a la ciudad sin saber nada. Afortunadamente, los alemanes son personas encantadoras y muy solidarias a pesar de que no sabían lo que estaba diciendo. Le dije al conductor del autobús, "Krankenhaus" (hospital), y con eso bastó para recibir su ayuda. Otras personas en el autobús también me atendieron: ofreciéndome agua, una bolsa para las náuseas, hasta una señora me frotaba la cabeza y me cantaba en voz baja. Fue la sensación más maravillosa del mundo el recibir una pequeña cantidad de amor después de tantos meses y meses sin recibir ninguno.

Al llegar al hospital, descubrí que estaba embarazada. Tenía Hiperemesis Gravídica, que es una versión extrema y debilitante de las náuseas matutinas. Aunque mi embarazo estaba mucho más avanzado que la mayoría cuando me enteré, los médicos no conocían mi situación de abuso de las hospitalizaciones previas. El médico me hizo saber con cariño y ternura que yo podía realizarme un aborto, y me aseguró que podría medicarme en exceso durante los días siguientes para aliviar el dolor.

El mundo se cerraba ante mis ojos. Las noticias parecían surrealistas y casi como una experiencia fuera del cuerpo. Puedo revivir ese momento como si fuera ayer porque me impactó mucho. No crecí en un hogar pro-vida ni en un entorno que condenara el aborto. Muchas amigas de la preparatoria habían abortado o tomaban las píldoras del día siguiente regularmente. Tuve una amiga que viajó internacionalmente y después vendió las pastillas del día siguiente en la escuela. No debería haber sido un gran problema para mí hacerlo en ese mismo momento. Pero simplemente, decidí pensarlo, luego recibí líquidos y nutrición por vía intravenosa y me fui a casa.


Finalmente, mi violador-abusador descubrió que estaba embarazada. Volvió a donde yo residía, nuevamente sin anunciarse, con el pretexto de celebrar la noticia del bebé, y procedió a tratar de eliminar a golpes la evidencia de su violación. El tiempo de embarazo coincidía perfectamente con mi "presunta" violación. Él había negado todo, incluso cualquier encuentro sexual y este embarazo solo revelaría la verdad. Mientras me ahogaba en el suelo, miré hacia el techo perdiendo el conocimiento; y esa fue la primera vez que sentí a mi bebé patear antes de desmayarme.

Cuando desperté mi violador-abusador se había ido. Me sentí mareada y confundida. De repente, recordé la patada. Lloré durante horas, no llorando por lo que él me había hecho, sino lloraba al darme cuenta de que simplemente no podía matar a este niño. No tenía sentido quedarme con el bebé en mis circunstancias. No tenía sentido. Sin embargo, no tenía forma de decidirme a abortar.

 Hago este largo, pero extremadamente acortado resumen de cómo nació mi hija para llegar a dónde me encuentro ahora. No escondo mi vida. Intento ser sincera y honesta sobre todo lo que he vivido para que, quizás en algún lugar, alguien lea mi historia y vea la luz al final del túnel. 

Pero, no tengo una vida perfecta. Han pasado diez años y no lo he superado del todo. No estoy cerca de ser perfecta y no me gusta la presión que las declaraciones me hacen sentir. Hice lo que toda madre debería hacer: luché por mi hija. No soy un ejemplo perfecto de resistencia y fuerza. Fue duro, me lastimó inmensamente, todavía tengo pequeños momentos de ansiedad y problemas relacionados con el síndrome de estrés postraumático. La experiencia me ha dado tantas cosas buenas, incluida mi hija, pero no, no fue fácil. Cometí muchos errores y continuaré haciéndolo. Pero, estoy muy feliz. Hoy tengo un esposo maravilloso y cuatro hijos increíbles, y mi hija mayor es la mejor hermana mayor del mundo.

¿Qué aprendí?

1. Somos más fuertes de lo que sabemos. No pensé que podría sobrevivir experiencias tan traumáticas, pero sigo haciéndolo. Lo hago productivamente y de manera positiva.

 2. Mi hija es inteligente, hermosa, servicial, compasiva y todo lo que alguien podría desear al tener un hijo. Ella merecía la oportunidad de vivir, ya sea conmigo o con otra familia. Ella tiene mucho que aportar a este mundo y estoy contenta de no haberle negado a ella ni al mundo su presencia.

3. Mi sufrimiento no fue en vano. El propósito de todo lo que soporté no fue destruirme, sino que me ayudó a ser una mejor persona. Tengo la empatía y la compasión que nunca antes había sentido. La intensidad del amor que siento por otras personas ahora es indescriptible.

4. Aprendí a perdonar fácilmente. Perdoné a muchos. La ira y el resentimiento que una vez sentí por varias personas se ha ido. Tener la luz brillante de mi hija me ayudó a recuperarme del trauma y también a perdonar a los que me lastimaron.

5. Mis cargas se aligeraron. Puedo ayudar a otros a aprender a hacer lo mismo lo mejor que pueda. Pasó el mayor tiempo posible ayudando a otras mujeres en situaciones difíciles. Después de abortar o no, las mujeres que han pasado por esto necesitan amor y compasión.

6. El sistema judicial está severamente roto y sólo aquéllos que lo intentan pueden cambiarlo. Las batallas legales que siguieron, así como la falta de asesoramiento y apoyo disponible fue trágico. Veo por qué tantas mujeres se quedan con sus abusadores, o por qué pierden la esperanza y recurren a las drogas o al suicidio. El sistema militar está fracturado y necesita grandes cambios para que las mujeres superen este tipo de situaciones. ¡Las leyes deben cambiar! Los niños concebidos en violación deben estar protegidos legalmente. Todavía hay un puñado de estados que permiten a los violadores retener los derechos como padres incluso después de que se haya comprobado la violación.

7. Estos bebés no solo merecen vivir, sino que también ofrecen la posibilidad de enjuiciar a los violadores y posiblemente dar un bebé para una familia que estaría encantada de adoptar.

Terminaré diciendo que ahora sé mucho más de lo que sabía entonces. Si necesitas ayuda, hay sitios donde ir, pero pueden ser difíciles de encontrar. No te rindas. No permitas que el abusador o violador tome el control de tu vida. ¡Tienes que pelear!    No parece justo y sé que esto es lo más aterrador que jamás harás, pero no te des por vencida ni por ti, ni por tu hijo. La violación siempre estará ahí, pero no te define. No eres una víctima, eres una sobreviviente. Permite que tu hijo sea un sobreviviente también. Permite que ese bebé tenga la oportunidad de vivir y ayude a cambiar el mundo.

 BIO: Heather Hobbs pertenece a la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días. Está casada y es madre de cuatro hermosos niños que participan activamente en la comunidad con trabajo voluntario y escribiendo para el movimiento provida en el poco tiempo libre que queda. Ella es  bloguera pro vida para Save The 1 .

Sunday, April 15, 2018

Ese bebé se convirtió en mi motivo de vida


Hola, me llamo Sofía, tengo 30 años y soy de Argentina.

Hace 5 años, en una noche de invierno, fui golpeada y violada al salir de mi trabajo. 


Al recuperarme del golpe, unos vecinos de la zona me ayudaron a regresar a casa. Después de las revisiones, nada fue igual. Me sentía muerta en vida, no podía dormir, tenía pesadillas, tenía miedo a salir sola de casa. 

Seis meses después, en una revisión de rutina, descubrieron que estaba embarazada y me dieron la opción de abortar, pero no me parecía correcto terminar con una vida que no tenía la culpa de lo que había ocurrido.

Después de eso, pensé en dar al bebé en adopción, pero cuando hubo nacido y tuve al bebé en mis brazos no lo pude hacer.

Ese bebé se convirtió en mi motivo de vida, en el amor de mi vida y en mi vida.  Mi hijo ahora tiene 4 años y se llama Ian que quiere decir "enviado del cielo". Él es el milagro que Dios me regaló después de una desgracia y mi fortaleza para seguir adelante. Aún estoy en tratamiento para superar lo qué pasó, pero con él mi vida pasó de ser una pesadilla a ser un sueño.

Las cosas no se olvidan, pero se superan poco a poco.

Terminar con una vida no te va sanar la herida de una violación, sino que además se sumará la herida de la muerte de un ser humano en la conciencia. La vida de un ser humano que no tiene la culpa de nada de lo que ha ocurrido ni es responsable del mal actuar de su "padre".

Mi consejo a una muchacha que atraviese una situación similar a la que yo pasé, es que el aborto no es una solución no va a cerrar la herida de la violación, sino que va a abrir una nueva en su mente. Que apuesten por la vida y no se van a arrepentir como no me arrepentí yo.

Saturday, April 7, 2018

Mi hijo tiene tanto amor que no sabe qué hacer con él, por Rose Duncan


Tuve a mi hijo Daniel a los 16 años. Ha habido desafíos, pero él ha sido mi salvación. Ahora, a los 6 años, es un estudiante fantástico, un hermano cariñoso y un hijo maravilloso. Él ha sido una gran bendición en mi vida, así como en las vidas de los miembros de nuestra familia. Mi hijo tiene tanto  amor que no sabe qué hacer con él. Él es verdaderamente un niño hermoso y bendecido. Y... fue concebido en una violación. 

Cuando era adolescente, vivía con una familiar y mi madre. Esta familiar comenzó a salir con un hombre mucho más joven que ella y nunca imaginé que convertiría mi mundo en una pesadilla, pero al mismo tiempo, me dio la mayor bendición de mi vida. Este hombre de 33 años se mudó con nosotros poco después de que comenzaran a salir. Al principio, era un tío genial. Pero ahora me doy cuenta de que, desde el momento en que este hombre se mudó, comenzó a ganarse mi confianza para después violarme.


Abogaba en mi nombre para convencer a mi mamá de que me permitiera salir con mis amigos, así que sentía que tenía un aliado. En una ocasión, le dijo a la familia que me iba a llevar a ver a un pastor para que me aconsejara, pero en cambio, me sorprendió llevándome a cenar y al cine. Él también comenzó a comprar alcohol para mí y mis amigos. Necesitaba ropa interior nueva, y él me llevó a comprarla, incluyendo tangas.   


Después de esto, le pregunté a una amiga si eso era normal y me dijo que no, que para nada, pero este tipo de relación distorsionada y pervertida era todo lo que yo conocía. No tenía idea de la manipulación de la que estaba siendo objeto. Me animó a no ir a la escuela y pasar el rato con él en casa después de que todo el mundo se fuera al trabajo. Y él hizo lo mismo de alguna manera. Se anotó en turnos nocturnos de trabajo y por la mañana se iba a  trabajar pero volvía a casa para pasar el rato conmigo viendo películas.


Finalmente, comenzó el contacto físico. Al principio, no sabía qué hacer. Pensé que tal vez algunas personas demuestran su cariño a alguien con un beso en los labios. Lo apreciaba mucho y quería hacerlo feliz, aunque le dije que se detuviera y supe que estaba mal lo que estaba haciendo. Pero él era mucho más grande que yo y me sentía impotente. Intenté detenerlo pero sabía que no tenía la fuerza física suficiente. 

Me sentí mal. Él siguió diciendo que todo iba bien. Ya había sido abusada sexualmente anteriormente y estas experiencias distorsionaron mis conceptos de relaciones “normales”. 

Durante un año entre las edades de 14 y 15 años, este hombre me abusó sexual y físicamente. Él me dijo que, si alguna vez quedaba embarazada, tendría que abortar. Toda mi vida he sido 100% pro-vida. Siempre he tenido la firme convicción de que el aborto es incorrecto, pase lo que pase. Entonces, cuando me dijo esto, no discutí, pero sabía que nunca sucedería si quedaba embarazada. Me dijo que se había hecho una vasectomía así que, realmente, no pensé que podría suceder. Por supuesto, ahora, veo la inconsistencia en lo que estaba diciendo, pero en ese momento yo tenía 14 años y no tenía un marco de referencia para analizar todo esto.


A los 15 años, descubrí que estaba embarazada. Fue algo extraño, porque él solo me dijo un día: "Tienes que hacerle una prueba de embarazo". Él estaba conmigo cuando me la hice. Cuando vi que era positivo, comencé a sollozar. Él me abrazó y dijo: "Todo va a estar bien", pero sabía que no era así.

Sabía que iba a tener que decírselo a mi madre. Me senté en su cama y le dije que estaba embarazada y, por supuesto ella quería saber quién era el padre. Le dije que era un tipo que ella no conocía de 20 años. Ella estaba furiosa y de inmediato me dijo que íbamos a ir a la policía y añadió: "Él va a pagar por esto". Me rompió el corazón saber que, si hubiera sabido la verdad entonces, se habría sentido aún más desconsolada.

Pedimos una cita con mi pediatra aproximadamente cinco días después. Mi violador nos acompañó a mi madre y a mí. Quería obtener vitaminas prenatales y ver cómo estaba mi bebé, para asegurarme de tener un embarazo saludable. Tenía aproximadamente ocho semanas de embarazo y todo parecía normal.

Cuando subimos al auto después de la cita, él me presionó mucho. Dijo que "no iba a tener este bebé". Yo siempre he sido muy terca y dije "Sí, lo haré”, pero por dentro, estaba aterrorizada. No quería que lastimara a mi bebé.


A pesar de que todavía me estaba presionando para abortar, por extraño que parezca, él era muy amable conmigo y muy complaciente. Sin embargo, la mañana después de la cita con el médico, la policía vino a nuestra casa y golpeó la puerta. Se escondió en el ático, y la entrada estaba en la habitación donde yo estaba durmiendo. Me desperté con pistolas en la cara y la policía preguntándome dónde estaba él.  Lo sacaron de la casa y lo esposaron. Resulta que lo buscaban por cargos graves de asalto y el secuestro de una novia que había tenido hacía unos años.

Una vez que se fue, me sentí aliviada al saber que no sería objeto de agresiones ni abusos, y sabía que tendría algo de tiempo para pensar. Ese alivio momentáneo se desvaneció cuando oí por casualidad la conversación entre mis familiares que hablaban de toda su historia violenta, y temía que viniera por mí y mi bebé cuando saliera de prisión.

Aproximadamente una semana después, nos escribió diciendo que saldría en unos 10 días. Él me escribió: "No creas las cosas que oyes de mí". Recuerda de lo que hablamos y lo que tienes que hacer". Fue entonces cuando hablé con un amigo de la familia, y decidimos decirle a mi madre que él es el padre de mi bebé. Esa fue una de las conversaciones más dolorosas que tuve, pero tenía que hacerlo para la proteger a mi bebé y a mí. Mi madre estaba desconsolada y lloraba y lloraba.

Fuimos a la policía y archivamos un informe. Fue liberado de prisión por la condena previa de asalto cuando mi hijo tenía seis meses. No fue hasta que mi hijo tenía ocho meses que finalmente hicieron una prueba de ADN, que tardó cuatro meses en arrojar resultados. Mientras tanto, me acosaba, pasaba por mi casa, etc.

Finalmente obtuvo un acuerdo de declaración de culpabilidad y fue declarado culpable de agresión sexual a una menor y sentenciado a tres años por violarme. Gracias a Dios, él está en el registro de delincuentes sexuales en Carolina del Sur.


Aunque fue muy duro, quedar embarazada es lo que realmente me acercó a Dios. No me malinterpreten: estaba destrozada, porque sabía que criar a este niño sería un camino largo y desgarrador.

Con la presión de abortar no sólo de la familia, sino también de amigos, recuerdo haberme sentado afuera en el patio trasero y, por primera vez en mi vida, escuché que Dios realmente me hablaba. Me dijo que debía criar a este niño, y no preocuparse, porque Él se encargaría de todo.

A partir de ese momento, tuve una determinación férrea cuando se trataba de mi embarazo y mi bebé. Le decía a cualquiera que dudaba, que todo lo podía en  Cristo que  me fortalecía. Ni siquiera sabía exactamente qué  significaba en ese momento, pero sabía en mi espíritu que era cierto.

Como siempre,  Dios proveyó. Tenía todo lo que necesitaba para mi hijo, principalmente a través de donaciones a través de la iglesia y de amigos de mi entorno. Fui tan afortunada de tener  tanto apoyo y amor para mí y para mi niño.

 No voy a mentir, ¡fui una madre fantástica incluso a los 16 años! Yo no era lo que la gente piensa de la madre adolescente estereotipada que supuestamente deja a su hijo con la abuela para hacer lo que ella quiera y los abuelos crían al niño. Me hice cargo de él, lo amamanté durante dos años y medio, le leí libros, jugué con él, le canté canciones de cuna. ¡Me encantó ser  mamá! Tuve el apoyo de mi increíble madre con la que viví y eso  me ayudó mucho. También tuve el apoyo de mi iglesia y mi familia. Cuidé a mi hijo a tiempo completo. Le enseñé el lenguaje de señas, le leía y cantaba todos los días, y lo amaba incondicionalmente.

Ahora, seis años después, estoy casada con el hombre más maravilloso del mundo, que ama a mi hijo como si fuera su propia sangre y estamos en el proceso de que mi esposo lo adopte. Mi hijo es un niño realmente maravilloso, extrovertido, dulce y hermoso. Lo veo crecer en un asombroso hombre de Dios que moverá montañas.

Mi hermoso hijo es el motivo por el cual, cuando oigo hablar de las creencias "pro-vida" "excepto en los casos de violación", ¡me duele el corazón!

"Excepto, por supuesto, en el caso de…” mi hijo, mi primogénito, que es una persona maravillosa e increíble. Dicen que, excepto en los casos como él, en casos como mi hijo… Mi bebé nunca debería haber tenido la oportunidad de vivir.

Independientemente de sus nociones preconcebidas, entienda que cada vida tiene un significado. Por ninguna circunstancia se le debe negar a un niño la oportunidad de vivir y prosperar en este mundo. Todos los niños tienen derecho a la vida.

Según las estadísticas, menos del 1% de los abortos realizados en los EE. UU. son el resultado de una violación. Ese 1% importa. Mi bebé, ¡el 1%, importa! Es insultante y muy dañino para mí. Es como una puñalada. ¿Cómo puede pensar la gente que era sólo una decisión y que mi hijo ni siquiera debería estar aquí? La ley debería proteger a mi hijo e hijos como él.

Debemos dejar de mirar las circunstancias y comenzar a mirar la vida. Independientemente de la concepción, las deficiencias del desarrollo o las circunstancias en las que se encuentra la madre, cada niño merece su derecho a la vida.

Realmente creo que mi hijo aportará algo al mundo y ciertamente ha dejado un impacto positivo en nuestra familia y en todos nuestros amigos. Él es una luz y un alma hermosa.

Soy madre de tres hijos, pero sólo tengo dos en esta tierra. Después de una larga espera, planificación y emoción, inesperadamente perdí a mi dulce hija, Savannah, a las 40 semanas de gestación. Después de un embarazo perfectamente saludable, nació muerta con el cordón enrollado alrededor de su cuello varias veces. Me mostró de nuevo cuán preciosa es la vida y cuán fugaz. No sabes lo que traerá el mañana.

Unas semanas más tarde, recibimos inesperadamente a nuestra hija adoptiva, que tenía casi dos años, y su vida también es preciosa.

Hay tantas personas que desean desesperadamente ser padres, ser  mamá o  papá. Hay tantas personas que anhelan un bebé en su vida, yo incluida. No podemos ignorar la vida, solo basándonos en cómo comenzó la vida.

A pesar de cómo comienza una vida, la vida de ese niño realmente puede convertirse en algo hermoso. Mi hijo es un testimonio de eso. Incluso en los momentos más sombríos, siempre hay esperanza. Tenemos que cambiar nuestro miedo por esperanza: Que cada bebé tiene una oportunidad, incluso en casos de violación. Cada niño es una verdadera bendición de Dios y merece tener la oportunidad de una vida hermosa. Depende de nosotros salvar el 1%.


BIO: Rose Duncan está casada, es ama de casa y estudiante, y reside en el estado de Carolina del Sur, donde espera poner fin a la excepción por violación. También es bloguera pro vida de Save The 1 (Salvar El 1) .