Saturday, February 24, 2018

A pesar de que fui concebida en una violación, mi vida no es una excepción, por Heather Ann


"Tu vida es una ‘excepción’, no deberías haber nacido".

Suena duro, ¿verdad?

¿Te imaginas acercarte a otro ser humano y decirle que no tiene derecho a vivir? Es impensable que haya personas que sean capaces de mirar a los ojos a otro ser humano creado a la imagen de Dios, y decirle que no debería haber nacido.

Si eres pro-vida, probablemente ahora estés asintiendo con la cabeza.

Heather Ann, de niña

¿Pero qué ocurre con la protección de los bebés concebidos en una violación? ¿No deberíamos también exigir con el mismo ímpetu que protejan sus vidas?

Yo soy uno de esos bebés concebidos en una violación. Y sólo por la gracia de Dios, sobreviví para contar mi historia.

Mi madre biológica decidió no abortar, pero también decidió no quedarse conmigo. De hecho, cuando ella me trajo a este mundo, el hospital apenas le permitió abrazarme, por miedo a que ella se apegara a mí.

Ni siquiera me dieron un nombre.

Así que ahí estaba yo, un bebé sin nombre concebido en las circunstancias más horribles, sin hogar. Afortunadamente, ella me dio en adopción, y a los dos meses fui adoptada por unos padres amorosos. Como era una adopción cerrada, me dijeron que nunca podría conocer a mi madre biológica. Pero a través de voluntarios que me ayudaron conseguí encajar las pocas cosas que sabía sobre mi historia y cuando tenía 19 años, la conocí.

Ella no estaba sorprendida de que la hubiera encontrado. Mencionó que yo me parecía un poco a ella y que sabía que algún día la encontraría. Mirando atrás, ahora veo que fue la mano de Dios quien orquestó todo.

Mientras hablábamos, ella comenzó a llenar los vacíos que había en mi vida. Más importante aún, respondió a la pregunta que me había hecho durante toda mi vida: "¿Por qué no me quisieron? ¿Por qué me dieron en adopción?".

Pero nada podría haberme preparado para su respuesta.

Cuando mi madre biológica tenía 19 años, fue drogada y violada.

Mientras la escuchaba contar la historia, sentía como si me estuvieran cortando con un vidrio, me sentí aturdida y mi ritmo cardíaco aumentó al escuchar cómo me trajeron a este mundo.

Yo era la hija de un violador.

Continuó diciéndome que ella era joven y sabía que no podía cuidarme. Quería que tuviera el mejor hogar posible con dos padres, por lo que me dio en adopción para darme la oportunidad de prosperar y tener éxito en la vida, como efectivamente ha sido.

Le agradezco que lo hiciera, pero la vergüenza inherente que sentí respecto a cómo fui concebida se arraigó y permaneció conmigo durante muchos años.

En ese momento, yo sabía de Jesús, pero realmente no lo conocía. Y aprovechando esa falta de trato, el enemigo se valió de mi dolor y mi vergüenza para atormentarme.

Pero 10 años después, acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador y mi vida cambió para siempre. El Señor recogió los pedazos destrozados de mi pasado y, de las cenizas, creó belleza.

Ahora comprendo que mi madre biológica me dio en adopción porque me amaba y quería lo mejor para mí, no porque fuera un bebé no deseado. Y hoy lo sé, soy una hija del Rey, y mi identidad está en Cristo.

Estoy agradecida de que Dios salvara mi vida, y ahora quiero hacer lo que esté en mi mano para ayudar a otros bebés que aún no tienen voz para luchar por sí mismos.

Heather Ann en la marcha por la Vida, Washington 2017

Pero, si fuera por la mayoría de los políticos, yo no hubiera nacido. Me considerarían una excepción y me condenarían a morir, simplemente, por la forma en que fui concebida.

Así que, si eres pro-vida, quiero proponerte un desafío. Hay bebés que están siendo asesinados, sin tener culpa. Ser un mero espectador es fácil. Es cómodo. No causa muchas molestias. Pero no estamos llamados a vivir vidas cómodas. Estamos llamados a hablar por los que no tienen voz, los abatidos, los huérfanos. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién?

Una manifestación en favor de la vida es algo maravilloso. Es genial relacionarse con activistas pro-vida en todo el país.

Pero no es suficiente.

En la foto de izquierda a derecha: Yohanka Reyes, madre tras una violación y Directora Ejecutiva del Centro Mary para Embarazadas en Crisis; Heather Ann, concebida en violación y escritora pro-vida, y Rebecca Kiessling, concebida en violación, Presidente y fundadora de Salvar el 1.

Una vez que acabe la manifestación por la vida, te pido que mantengas esa misma pasión que tienes por proteger a los bebés y canalices tu energía para asegurarte de que los políticos que votas aprobarán unas leyes pro-vida, sin excepción en casos de violación.

Y para aquellos de ustedes involucrados en política que tienen el poder de hacer el bien, háganlo. No cedan. No se vendan. No apoyen legislaciones que incluyan excepciones en caso de violación.

Los bebés concebidos en una violación igual son bebés.

Es hora de despertar. No podemos seguir matando bebés inocentes, ni considerar ciertas vidas más valiosas que otras.

Así que pro-vida, si eres realmente pro-vida, hay que serlo hasta el fin. Lucha por ello. No cedas con la vida. Se inequívocamente pro-vida, sin ceder, y sin excepción.

Como Mateo 25:40 dice "El Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis”.



BIO: Heather Ann es Gerente de Operaciones de una organización sin fines de lucro que ofrece cuidado para niños con discapacidades. También es escritora independiente para varias organizaciones, incluyendo Salvar el 1. Heather es una gran defensora de los bebés no nacidos y defiende que cada bebé tiene derecho a nacer, independientemente de cómo hayan sido concebidos. 

Su testimonio en Inglés

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